Lola (primero Lila) fué rescatada de un basurero, junto a su hermanito. Cuando la vi por primera vez creí que nunca iba a poder encontrar un hogar. Era una fiera! literalmente. En la guardería, saltaba de jaula en jaula y no se dejaba tocar de nadie. Su hermano fue dado de adopción rápidamente por ser más dócil. Después de muchos días de terapia de adaptación, que consistía en acariciarla por períodos largos 2 o 3 veces al día, Lola fué cediendo y finalmente estuvo lista para buscar un hogar. Yo no fui la responsable directa (económicamente hablando) de ella pero me encariñé tanto que cuando la entregué en adopción, pese a que tenía la certeza que era una excelente familia, me puse muy triste. Días después cuando ví lo feliz que estaba, se me pasó porque vi que se había adaptado perfectamente a su nuevo hogar. Hoy aunque sigue siendo algo tímida, Lola tiene dos hermanitos y es la gatita más engreída de todas.