Muchas veces, el amor no es suficiente

Hace unas semanas tuve que resignarme a ver como un gatito con leucemia felina en estado terminal, prolongó su existencia durante días para finalmente fallecer por muerte natural. Sin yo ser médico veterinario, creo que el pequeño no tenía ninguna esperanza de vida debido al avance de la enfermedad, a su desnutrición y a la falta de recursos económicos para seguir el tratamiento adecuado porque sus dueños temporales, con toda la buena voluntad y el amor, estaban convencidos de que con sopa de hígado y alguna fuerza todopoderosa, él podría sobrevivir.

Desde mi humilde experiencia (insisto, no soy una profesional) y, así vaya en contra de toda la mística que le ponemos a la palabra amor: la mayoría de veces no es así. Habrán algunos casos en donde el milagro ocurre pero yo no he conocido el primero que, sin el tratamiento médico recomendado, un animal sobreviva a una enfermedad grave o terminal.

Personalmente, lo he vivido con mi gato que tiene 10 años sobrellevando dos enfermedades crónicas. Haciendo cuentas, estas han representado un presupuesto adicional bastante representativo entre la comida especial medicada, tratamientos alternativos y convencionales y claro! exámenes semestrales de control. Solo así he podido controlar sus enfermedades y lograr que el tenga una buena calidad de vida.

Y aquí viene mi cuestionamiento. Creemos que tener una mascota es para gozar de su compañía, para darle y recibir amor. Amor también es ser conscientes de que ellos implican gastos y ajustes económicos que debemos estar dispuestos a asumir e incluir en nuestro presupuesto mensual. Ellos también se enferman y tienen otros problemas de toda índole como los de comportamiento, de depresión o ansiedad, por mencionar algunos. Esto implica gastos e imprevistos, muchas veces de cantidades considerables. Hace unos meses conocí a Alicia, una bulldog que tenía convulsiones y su dueño tuvo que pagar una resonancia magnética que costó 2’000.000 de pesos. Desde luego, el exámen tuvo que hacerse en un centro médico para humanos porque en Colombia aún no existe uno para animales. Dudo que en el caso de muchos, los dueños quieran o puedan pagar eso por la mascota de la familia.

Porque ese otro detalle curioso: siempre son «como de la familia» cuando están sanos, para ponerlos en la foto del perfil y cuando juegan con nosotros pero, para invertir en su salud física y mental, queremos pagar como lo que son: animales. Conozco personas que en caso de algún malestar, les suministran un Dolex (que por cierto, es muy tóxico para ellos) y con eso esperan que sane. Pero bueno, la medicación irresponsable es otro punto del que escribiré en la siguiente publicación.

No estoy diciendo que únicamente las personas con dinero puedan tener una mascota, lo que quiero concluir es que además del amor, los cuidados y la buena voluntad que tenemos, cuando vayamos a comprar o adoptar a un peludo pensemos honestamente y nos cuestionemos: Además de mis gastos básicos ¿estoy dispuesto a incluir los gastos de mi mascota que sean necesarios?… seamos más responsables por favor. Muchas veces, el amor y las buenas intenciones no son suficientes.

 

Print